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jueves, 6 de octubre de 2016

Pequeñas dosis de felicidad diaria favorecen la longevidad

Basados en una muestra amplia de la población española, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han analizado el bienestar y su relación con la mortalidad. Los resultados sugieren que experimentar emociones positivas contribuye a vivir más.  
Una forma clásica de evaluar la felicidad es preguntar a las personas qué tan satisfechas están con su vida o cómo de felices se sienten con su vida en general. No obstante, esta técnica no está libre de sesgos, ya que, por ejemplo, tendemos a recordar mejor aquello que coincide con nuestro estado de ánimo actual. 
Un grupo de investigadores del departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) se propuso evaluar otros aspectos de la felicidad, cuantificando la cantidad de tiempo que las personas pasan sintiéndose bien y mal a lo largo del día.
“De este modo logramos identificar que ambas medidas de bienestar están asociadas con la reducción de la mortalidad. Sin embargo, el trabajo nos permite argumentar que las emociones positivas que experimentamos a lo largo del día están más relacionadas con una mayor longevidad que la satisfacción general con nuestras vidas”, asegura Natalia Martín, autora principal del trabajo.
La relación entre sentir emociones positivas y reducir la probabilidad de morirse es aún más fuerte en personas que no padecen depresión
Los resultados, publicados en la revista Frontiers in Psychology, están basados en 4 753 entrevistas realizadas a personas de todas las comunidades autónomas de España. Estas, además de contestar a una pregunta general de satisfacción con la vida, completaron un cuestionario en el que debieron reconstruir las actividades realizadas a lo largo del día anterior y describir las emociones experimentadas durante su realización. Al cabo de tres años, los investigadores identificaron cuáles de estas personas habían fallecido.
Tendencia más marcada en personas sin depresión
Los investigadores también observaron que la relación entre sentir emociones positivas y reducir la probabilidad de morirse es aún más fuerte en personas que no padecen depresión.
“Estudios previos ya habían indicado que la presencia de depresión se relaciona con bajos niveles de emociones positivas y con una mayor mortalidad. Lo que sugiere nuestro trabajo es que, aunque las personas deprimidas experimenten emociones positivas en su día a día, esto no está asociado con la reducción de su probabilidad de morir, como sí ocurre en el resto de la población”, asegura Natalia Martín.
“Estos resultados ponen de manifiesto la importancia de alentar a las personas a realizar algún tipo de ejercicio, o a participar en actividades sociales que les permitan aumentar las emociones positivas, y por ende, les ayude a vivir durante más tiempo”, concluye la investigadora.

viernes, 8 de julio de 2016

Los contaminantes del aire aceleran la acumulación de placa en las arterias del corazón

Los individuos que viven en zonas más expuestas a la contaminación acumulan depósitos con más rapidez que los que viven lo en zonas menos contaminadas.
La exposición a largo plazo a la contaminación del aire se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, pero el proceso biológico no se conocía bien. Un estudio de una década de duración sobre miles de estadounidenses encontró que las personas que viven en zonas con más contaminación al aire libre –incluso en los niveles más bajos comunes en los Estados Unidos– acumulan depósitos en las arterias que irrigan el corazón más rápido que lo hacen las personas que viven en zonas menos contaminadas.

El Estudio Multiétnico de Aterosclerosis y Contaminación Atmosférica (MESA Air), un estudio epidemiológico de 10 años de más de 6 000 personas de seis estados de Estados Unidos, muestra que la contaminación del aire -incluso a niveles por debajo de los estándares regulatorios- acelera la progresión de la aterosclerosis, como recoge un artículo publicado en The Lancet.

El trastorno, también llamado endurecimiento de las arterias, puede causar ataques al corazón. Los investigadores midieron repetidamente depósitos de calcio en las arterias del corazón mediante el uso de la tomografía computarizada y evaluaron la exposición de cada persona a la contaminación según su domicilio.

“El estudio proporciona nueva información importante sobre cómo la contaminación afecta al proceso biológico principal que conduce a la enfermedad cardiaca -dice el doctor Joel Kaufman, director de MESA Air y autor principal del artículo. “La evidencia apoya los esfuerzos internacionales por reducir la exposición a los contaminantes del aire”, añade Kaufman, profesor de Ciencias de la Salud Ambiental y Ocupacional y de Epidemiología y Medicina de la Universidad de Washington.
Los investigadores calcularon la exposición de cada participante al material particulado fino ambiental, que es inferior a 2,5 micras de diámetro y demasiado pequeño para ser visto a simple vista. Además de PM 2,5, también se midió la exposición al óxido de nitrógeno y dióxido de nitrógeno, y al carbón negro u hollín.
 Las partículas finas y los gases contaminantes, los peores 
 Tras recoger miles de mediciones de la contaminación del aire en las comunidades de los participantes en el estudio y en sus casas, el equipo desarrolló y aplicó modelos computacionales que incluían información local sobre el uso del suelo, los volúmenes de tráfico viario y las condiciones climáticas, y las fuentes locales de contaminación del aire. Estos modelos podrían generar concentraciones de contaminación precisas en el hogar de cada persona.
Mientras tanto, entre los años 2000 y 2012, los participantes visitaron clínicas del estudio varias veces para someterse a la TC con el fin de determinar la cantidad de depósitos de calcio en las arterias del corazón. Los resultados fueron más fuertes para las partículas finas y los gases contaminantes relacionados con el tráfico llamados óxidos de nitrógeno.
 El estudio encontró que por cada concentración más alta de 5 mg/m3 de PM 2,5, o 35 partes por mil millones de mayor concentración de óxidos de nitrógeno -aproximadamente la diferencia entre las áreas más y menos contaminadas de un área metropolitana de Estados Unidos– los individuos tenían cuatro unidades Agatston por año más rápido en el ritmo de progresión de las puntuaciones de calcio en las arterias coronarias. Se trata de una aceleración del 20 por ciento de la tasa de estos depósitos de calcio.

Estrés laboral, el tóxico invisible

El impacto del estrés en la salud mental de los trabajadores puede y debe prevenirse, al igual que se hace con otros potenciales riesgos en el trabajo. 
Si toda época tiene su enfermedad emblemática, las enfermedades neurológicas y mentales definirían nuestro momento: se calcula que el 25 % de los europeos sufrirá alguna a lo largo de la vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que de aquí a 2020, la depresión será la principal causa de incapacidad laboral.  
Tanto la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como la OMS advierten del aumento del estrés, definido no como el armónico estrés que, además de aceptable, ha supuesto una ventaja evolutiva, sino como aquel que sobrepasa a la capacidad del organismo para adaptarse, dando lugar a cambios biológicos y psicológicos que pueden hacer que la persona enferme (distrés).
La Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound) situó al estrés como el segundo motivo de los problemas de salud relacionados con el trabajo (28 % de todos ellos), por detrás de las enfermedades musculo esqueléticas.
Es evidente que la crisis económica y su impacto en las condiciones laborales no ayudan a reducir los factores estresantes, pero no es el único elemento que influye. Los factores estresantes más comunes en el ámbito laboral están vinculados con las funciones específicas de trabajador (nivel de exigencia, monotonía en las tareas, división de funciones); también pueden asociarse a la organización del trabajo (imprecisión en los objetivos, horarios, inestabilidad), y a las relaciones laborales. Pero, además, influyen el entorno físico y el desequilibrio entre vida personal y laboral.
El actual modelo de sociedad, donde se prima el rendimiento, los horarios 24/7 (muchas veces con el objetivo de asegurar un consumismo innecesario) y la dependencia de los dispositivos tecnológicos (lo que se ha llamado tecno estrés), puede influir también en esa incapacidad adaptativa.
Uno más
Esa amalgama de elementos es la que ha de considerar el médico del trabajo para controlar el estrés laboral. Si bien es un reto, estos especialistas consideran que el estrés se puede prevenir y tratar. De hecho, postulan que debe equipararse a otros factores de riesgo en el trabajo, como si de un control de exposición a tóxicos se tratase, y al igual que con ellos implementar estrategias de prevención y manejo.
Para alcanzar esa equiparación a otros riesgos laborales, Antonio Iniesta, gerente del Servicio de Prevención Propio Mancomunado de Garrigues, considera que es necesario "menos miedo por parte de todos, tanto trabajadores como empresarios y sistema sanitario en su conjunto.
Es fundamental lograr una coordinación e interrelación entre todos los médicos que pueden atender a un trabajador: sistema público, médicos del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS), médicos del trabajo de los servicios de prevención y médicos de mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales; sin olvidar que un 30 % de los trabajadores tiene además una aseguradora privada.
Creemos que el médico del trabajo debería jugar el papel de coordinar la salud de los trabajadores de manera integral", concluye el que fuera presidente de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (Aeemt).
Lo primero es realizar "una correcta evaluación de los factores de riesgo social, una herramienta muy útil que permite valorar la salud mental de los trabajadores y detectar situaciones y personas que pueden provocar bien agudizaciones de la enfermedad o su aparición, por lo que sirve como medida preventiva y diagnóstica", continúa Iniesta, que ha coordinado una de las últimas guías para manejar el estrés desde la Medicina del Trabajo, editada con el apoyo de Schwabe Farma Ibérica.
Instrumentos
Existen múltiples cuestionarios con fines preventivos que deben utilizarse en función de la actividad y la cultura de cada empresa. Antonio Meléndez, coordinador de Medicina del Trabajo en Andalucía de Premap, alude a ISTAS21 y PSICOVS2012, por citar a los más habituales.
Iniesta también destaca que lo ideal es conocer al trabajador y su entorno no solo profesional, también social y familiar, "pues hay múltiples situaciones en las que el entorno familiar influye o es causa de estrés, y se puede agravar por el trabajo o viceversa". Así, se consideran grupos de alto riesgo los trabajadores jóvenes, los de edad avanzada, los inmigrantes, las personas desfavorecidas y discapacitadas, y los trabajadores de familias monoparentales, recuerda Clara Guillén, jefe de Departamento de Enfermedades Profesionales de Ibermutuamur.
Una vez instalado el estrés laboral, si no se ha podido prevenir, es necesario tomar medidas antes de que aparezcan lesiones. Las consecuencias físicas más comunes son enfermedad cardiovascular, trastornos de tipo gastrointestinal, alteraciones respiratorias, dermatológicas y neurológicas (cefaleas), relata Meléndez. "Entre las alteraciones psíquicas, más específicas, predominan lo que el DSM5 define como trastornos adaptativos".
Para Guillén, "es necesario estar atentos al aumento de accidentes y al empeoramiento del rendimiento laboral, al absentismo, al presentismo y a los síntomas cardiovasculares. La intervención en la organización puede suponer la disminución de las sobrecargas laborales, reorganización de tareas, cuidado del medio de trabajo, formación específica sobre estrés laboral, adopción de estrategias de gestión del tiempo, agrupación de tareas, y también su priorización, entre otros", enumera Guillén.
Manejo El tratamiento tiene también un enfoque individual, sintetiza Meléndez, "desde el más básico, mejorar el autocuidado del trabajador (ejercicio, alimentación y descanso adecuados, reducir consumo de tóxicos como alcohol y tabaco), a mejoras cognitivas generales: potenciar la asertividad, la capacidad de comunicación y las habilidades sociales (gestión tiempo, discriminar lo importante de lo urgente)".
Iniesta redunda en esta multiplicidad de actuación, desde la propuesta de cambios organizativos en coordinación con recursos humanos, hasta la derivación a un especialista en salud mental. "También es importante la formación en técnicas que permitan manejar el estrés que se pueden impartir en talleres. Un colectivo importante son los mandos intermedios, pues están expuestos a una presión mayor y hacen de correa de transmisión".
Finalmente, Guillén da otra clave al aludir al concepto de personas o relaciones "tóxicas" en el entorno laboral: "Es importante socializar, apoyar y apoyarse en los demás, en quienes comparten el entorno. Conocer a los compañeros, utilizar un tono positivo, evitar la queja continua que solo desgasta e irrita a uno mismo y a los otros. Compartir deseos positivos facilita un buen clima laboral".
Los tribunales avalan como enfermedad el accidente laboral 'mental'
A la disposición legislativa vigente se ha unido en los últimos años una creciente jurisprudencia que considera las secuelas derivadas del estrés laboral como una enfermedad del trabajo.
Así, el suicidio motivado por "la obsesión por conservar el puesto de trabajo" se asumió como accidente laboral en una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura dictada en 2010, que no sería la única ni mucho menos.
Más recientemente, DM informaba de la condena al Servicio Andaluz de Salud a reconocer a un médico una incapacidad consecuencia de la ansiedad derivada por problemas informáticos

miércoles, 6 de julio de 2016

La exposición prenatal al paracetamol aumenta los síntomas del espectro autista

El fármaco, utilizado comúnmente durante el embarazo, presenta una fuerte asociación con síntomas del autismo en niños varones y con síntomas relacionados con inatención e hiperactividad en ambos sexos. 
Un nuevo estudio liderado por ISGlobal ha encontrado que el paracetamol (acetaminofén), empleado ampliamente durante el embarazo, tiene una fuerte asociación con síntomas del espectro autista en niños varones y con síntomas relacionados con inatención e hiperactividad en ambos sexos. Los resultados fueron publicados recientemente en International Journal of Epidemiology.
Este es el primer estudio de este tipo que describe una asociación independiente entre el uso de este fármaco durante el embarazo y síntomas del espectro del autismo en niños.
También es el primer trabajo que indica diferentes efectos del paracetamol sobre el neurodesarrollo según el sexo. Comparando los niños y niñas expuestos persistentemente al paracetamol con los no expuestos, el estudio ha encontrado un aumento del 30 % en el riesgo de perjuicio para algunas funciones de la atención; y un aumento de los síntomas del espectro autista en los varones únicamente.
Los investigadores reclutaron a 2 644 parejas madre-hijo en un estudio de cohorte de nacimiento en España durante el embarazo. El 88 % fueron evaluados cuando el niño tenía un año de edad, y el 79,9 % fueron analizados cuando tenían cinco años. A las madres se les preguntó sobre el uso de paracetamol durante el embarazo y la frecuencia de uso se clasificó como nunca, esporádica o persistente.
El 43 % de los niños evaluados al año de edad y el 41 % de los niños evaluados a los cinco años fueron expuestos a paracetamol en algún momento durante las primeras 32 semanas de embarazo. Cuando se evaluaron a los cinco años, los niños expuestos tenían aproximadamente un 40 % más riesgo de síntomas de hiperactividad o impulsividad que los no expuestos.
Los niños y niñas expuestos de forma persistente mostraron un peor rendimiento en el K-CPT, un examen computarizado que mide la falta de atención, la impulsividad y la velocidad de procesamiento visual. Los varones expuestos de manera persistente al paracetamol presentaron un incremento de dos síntomas del espectro autista, comparado con varones no expuestos.
Los autores explican que a pesar de que miden síntomas y no diagnósticos, un aumento en el número de los síntomas que un niño tiene, puede afectarle, incluso si no son lo suficientemente graves como para justificar un diagnóstico clínico de un trastorno del neurodesarrollo.
“El paracetamol podría ser perjudicial para el desarrollo neurológico por varias razones. En primer lugar, alivia el dolor al actuar sobre los receptores de cannabinoides en el cerebro. Dado que estos receptores normalmente ayudan a determinar cómo las neuronas maduran y se conectan entre ellas, el paracetamol podría alterar estos procesos. También puede afectar el desarrollo del sistema inmune, o ser directamente tóxico para algunos fetos que no tienen la misma capacidad que un adulto para metabolizar este fármaco, o mediante la creación de estrés oxidativo”, explica Jordi Júlvez, investigador de ISGlobal, y coautor del estudio, sobre la posible explicación de los efectos.
Cerebro masculino, más vulnerable
La explicación de por qué se ha encontrado una relación con un aumento de síntomas del espectro autista solo en varones podría ser que “el cerebro masculino parece ser más vulnerable a influencias dañinas durante las primeras etapas de la vida. Nuestros resultados muestran una relación con síntomas del espectro autista sólo en varones, lo que sugiere que esta asociación se podría explicar por disrupción endocrina androgénica, a la que los cerebros masculinos podrían ser más sensibles”, comenta Claudia Avella-García, primera autora del estudio e investigadora del ISGlobal.
El estudio concluye que, teniendo en cuenta que la exposición al paracetamol durante el embarazo es común en la población, podría contribuir a aumentar el número de niños con síntomas de déficit de atención e hiperactividad o del espectro autista. Sin embargo, se subraya que antes de dar recomendaciones acerca de su uso, hace falta llevar a cabo estudios con mediciones más exactas de las dosis y hacer evaluaciones riesgo-beneficio con respecto al uso de paracetamol durante el embarazo y la primera infancia.

Un estudio desmiente que el consumo de pasta engorde

El trabajo, llevado a cabo por el Instituto Neurológico Mediterráneo, demuestra que este alimento ayuda a mantener un índice de masa corporal saludable. 
Ponerse a dieta es prescindir de ciertos alimentos que, aunque nos encantan, son considerados bombas de calorías. La pasta es uno de esos nutrientes que se ha ganado mala fama entre los regímenes alimenticios y que la mayoría de gente se esfuerza por eliminar de sus vidas.
Ahora, un estudio realizado por el Instituto Neurológico Mediterráneo Neuromed en Pozzilli, Italia, demuestra que el consumo de pasta está asociado, en realidad, con la reducción del riesgo a padecer obesidad general y abdominal. La investigación, publicada en la revista Nutrition and Diabetes, ha examinado más de 23 000 personas inscritas en dos grandes estudios epidemiológicos: el proyecto Moli-sani y la Encuesta de Nutrición y Salud italiana, también llevada a cabo por el Neuromed.
"Mediante el análisis de los datos antropométricos de los participantes y sus hábitos alimenticios hemos visto que el consumo de pasta, al contrario de lo que muchos piensan, no se asocia con un aumento en el peso corporal”, explica George Pounis, autor principal del artículo. “Los resultados muestran que la pasta contribuye a tener un índice de masa corporal saludable, una menor circunferencia de la cintura y una mejor relación cintura-cadera”, añade.
"La pasta a menudo se considera poco adecuada cuando se desea bajar de peso y algunas personas la descartan por completo de sus comidas”, subraya Licia Iacoviello, jefe del laboratorio de biología molecular y epidemiología nutricional del Instituto Neuromed. “A la luz de esta investigación podemos decir que la dieta mediterránea es buena para la salud siempre que se respete toda la variedad que abarca su pirámide, con la pasta en primer lugar”, concluye Lacoviello.

Diversos estudios constatan una asociación entre el índice de masa corporal basal y el posterior desarrollo de asma

El mayor estudio al respecto realizado hasta la fecha (135 000 pacientes durante 21 años), muestra que la incidencia del asma aumentó un 10 % y un 7 % por unidad de IMC en hombres y mujeres, respectivamente. 
Diferentes estudios han detectado la existencia de una asociación entre el índice de masa corporal (IMC) basal y el posterior desarrollo de asma, concluyendo que la obesidad es la principal comorbilidad asociada a esta enfermedad.
En concreto, se estima que la obesidad aumenta entre 1,1 y 3 veces las posibilidades de padecer asma. De hecho, en el estudio realizado con el mayor número de sujetos incluidos y con un seguimiento más prolongado hasta la fecha (135 000 pacientes durante 21 años), la incidencia del asma aumentó un 10 % y un 7 % por unidad de IMC en hombres y mujeres, respectivamente. 
"Existen distintos factores que podrían explicar la asociación entre asma y obesidad pero no se conocen con exactitud los mecanismos fisiopatológicos implicados en la relación entre ambas patologías", ha explicado la neumóloga de la Unidad de Asma Grave del Hospital Universitario 12 de Octubre, Rocío Díaz.
La obesidad puede reducir la distensibilidad pulmonar, la capacidad pulmonar y el diámetro de las vías respiratorias periféricas, además de afectar el volumen de sangre en los pulmones y la relación ventilación-perfusión. Además, no sólo afecta la mecánica pulmonar, sino que es un factor asociado a "peor control" del asma con independencia de la edad.
En este sentido, la experta ha avisado de que los pacientes obesos con asma tienen más reagudizaciones y más sintomatología respiratoria, que en general empeora la calidad de vida relacionada con la salud. Por otro lado, prosigue, el exceso de peso interfiere en la eficacia de los fármacos para tratar el asma y, como consecuencia, los pacientes asmáticos obesos responden peor al tratamiento.
Aumento en España del asma y la obesidad
El asma y la obesidad son dos trastornos crónicos de gran impacto en la salud pública y cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años en los países desarrollados. Concretamente, estudios realizados en España muestran que entre un 3 y un 7% de la población adulta tiene asma.
Esta cifra es algo más elevada (entre un 5 % y un 10 %) en la población menor de seis años y en las últimas cuatro décadas se ha triplicado el número de casos de asma, convirtiéndose en un auténtico problema de salud pública. Asimismo, el 35,7 % de la población española padece sobrepeso y un 16,5 % es obesa.
"Distintos estudios han demostrado que los pacientes asmáticos obesos tienen peor respuesta al tratamiento y mayor número de exacerbaciones. Uno de ellos, realizado en nuestro país, observó que los asmáticos con sobrepeso u obesidad presentaron mayor número de exacerbaciones graves, que precisaron ingreso hospitalario, comparado con asmáticos con un índice de masa corporal normal o bajo", ha recalacdo Díaz.
Por todo ello, la experta ha destacado la importancia de impulsar la investigación en este campo para poder entender mejor los mecanismos del asma en la obesidad y para desarrollar nuevas terapias específicas dirigidas a este colectivo de pacientes. Y es que, en la actualidad, el único tratamiento diferencial es la recomendación de realizar ejercicio físico.
"El perder peso, entre el 5-10 %, puede mejorar el control del asma y existen datos que confirman que la reducción de peso conlleva a una mejoría de los síntomas, de la función pulmonar y del control de la enfermedad", ha zanjado la doctora.

miércoles, 29 de junio de 2016

Un compuesto del cacao podría reducir en casi un 40 % el riesgo de mortalidad coronaria

Un estudio muestra que el riesgo era un 38 % inferior en aquellas personas que habían tomado mayores cantidades de epicatequina. 
Investigadores de la Universidad de Wageningen, en Países Bajos, han demostrado que el consumo regular de la epicatequina, un flavanol muy abundante en el cacao, puede reducir en casi un 40 % el riesgo de mortalidad por enfermedades coronarias. Los resultados se publican en The Journal of Nutrition, la revista de la Sociedad Americana de Nutrición. En concreto los investigadores analizaron la relación de la ingesta de este compuesto en 774 hombres de entre 65 y 84 años a lo largo de 15 años, a partir de su historial dietético, y la mortalidad a 25 años por enfermedad cardiovascular. 
El consumo medio de epicatequina se situaba entre los 7,7 y 15,2 miligramos diarios, siendo el cacao una de las principales fuentes. Los resultados obtenidos revelaron que el riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria era un 38 % inferior en aquellas personas que habían tomado mayores cantidades de epicatequina en su dieta diaria.
Otro resultado relevante fue que una ingesta mayor de epicatequina se asociaba a una reducción del 46 % en el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular (excepto en personas libres de estas patologías). Asimismo, se vio que el consumo de epicatequina es inversamente proporcional a la mortalidad por enfermedad cardiovascular en hombres de edad avanzada y también por enfermedad coronaria.
"El alto contenido en flavanoles del cacao explica que el consumo de este alimento estimule la producción del óxido nítrico por el endotelio de las arterias, una enzima que dilata los vasos sanguíneos, por lo que mejora la circulación y reduce la presión arterial", ha explicado Ramón Estruch, presidente del Observatorio del Cacao y consultor senior del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona. Además, al elevar el flujo sanguíneo cerebral mejora las funciones cognitivas y contribuye a aumentar la atención en general, ganando mayor agilidad mental.
El alto contenido en antioxidantes del cacao, así como en fitonutrientes, y su poder antiinflamatorio e hipotensor lo elevan a la categoría de "superalimento", según este experto, que explica que dicha riqueza en antioxidantes se debe sobre todo a su contenido en compuestos bioactivos como los polifenoles, que poseen también propiedades antiinflamatorias.
El profesor del Departamento de Nutrición Humana de la Universidad de Wageningen, Peter Hollman, uno de los autores del estudio, presentó recientemente otro estudio sobre los efectos del cacao sobre la reducción de la presión arterial, la mejora de la función vascular y la reducción a la resistencia a la insulina, que mejoraba debido a las significativas reducciones del nivel de insulina en suero.
También observaron una reducción de las presiones arteriales diastólica y media, además de cambios significativos en las concentraciones plasmáticas del colesterol HDL y LDL.